El Reino Unido se hunde en el autoritarismo
En Plymouth, según un informe, mientras radicales izquierdistas destrozaban una iglesia, cogiendo piedras de su muro para arrojarlas a los manifestantes, la policía no detenía a los radicales, sino que golpeaba a los manifestantes.
Por Robert Williams
Apenas un mes después de las elecciones, el nuevo Gobierno del Partido Laborista está arrastrando a Gran Bretaña a un grave conflicto civil, al tiempo que destruye lo poco que queda de las libertades británicas, especialmente la libertad de expresión.
El hijo adolescente de una familia de inmigrantes ruandeses mató a puñaladas a tres niñas en un taller de baile con temática de Taylor Swift en Southport, una ciudad cercana a Liverpool, el 29 de julio. Los asesinatos desataron protestas y disturbios por parte de los británicos que, al parecer, ya estaban hartos.
Un día después de las primeras protestas, el primer ministro Keir Starmer pronunció un discurso en el que apenas mencionó a las niñas asesinadas, pero en el que calificó a los manifestantes de «matones de extrema derecha» venidos de las afueras de Southport para causar problemas. Desestimó así todas las preocupaciones de la mayoría de los británicos y su inquietud por la migración masiva que está afectando a la seguridad de sus hijos, familias y comunidades. Increíblemente, el primer acto de Starmer tras los asesinatos no fue, como cabría esperar, ocuparse de las preocupaciones por la seguridad de los ciudadanos británicos, sino dedicar fondos a una nueva seguridad de emergencia para las mezquitas.
Según Starmer:
«Una banda de matones, subieron a trenes y autobuses, fueron a una comunidad que no es la suya… Y luego procedieron a lanzar ladrillos a los agentes de Policía… Ya sea en Southport, Londres o Hartlepool… Estas personas están mostrando a nuestro país exactamente quiénes son. Mezquitas atacadas porque son mezquitas. Bengalas lanzadas a la estatua de Winston Churchill. Un saludo nazi en el Cenotafio».
Añadió que estaba creando una Unidad Especial de Delitos Violentos, dedicada a luchar contra -adivinen quiénes- los manifestantes:
«Y por eso acabo de celebrar una reunión con altos mandos policiales y de las fuerzas del orden… Porque seamos muy claros. No es una protesta. No es legítimo. Es un crimen… Le pondremos fin… Una respuesta tanto al desafío inmediato, que está claramente impulsado por el odio de extrema derecha… Y así – con ese fin puedo anunciar hoy, que después de esta reunión vamos a establecer una capacidad nacional, a través de las fuerzas policiales para hacer frente a los desórdenes violentos.»
Para no desaprovechar la crisis, también anunció que el Gobierno iba a ampliar el uso de la tecnología de reconocimiento facial:
«Estos matones son móviles. Se mueven de comunidad en comunidad, y debemos tener una respuesta policial que pueda hacer lo mismo…». Un despliegue más amplio de la tecnología de reconocimiento facial… medidas preventivas: órdenes de comportamiento delictivo para restringir sus movimientos antes incluso de que puedan subir a un tren.»
Starmer podría haber frenado en seco a los manifestantes escuchando -y atendiendo- las preocupaciones de la gente «corriente» tras los asesinatos. En lugar de ello, optó por calificarlos de «matones de extrema derecha», lo que encendió a todo un país, con protestas y disturbios que se extendieron desde Southport a otras ciudades. La policía exacerbó aún más la situación al atacar con sus perros a inocentes manifestantes, detener a muchos y esposando a una señora de 73 años con un marcapasos que nunca antes había sido detenida, y que sólo era culpable de protestar pacíficamente por los asesinatos de niñas.
«Tengo 73 años y estoy aquí por los bebés que han muerto y me están arrestando», dijo la mujer, que fue rodeada por policías antidisturbios.
En Plymouth, según un informe, mientras radicales izquierdistas destrozaban una iglesia, cogiendo piedras de su muro para arrojarlas a los manifestantes, la policía no detenía a los radicales, sino que golpeaba a los manifestantes.
Inmediatamente tomando medidas drásticas contra los tristes restos de la libertad de expresión británica, el director de la fiscalía de Inglaterra y Gales, Stephen Parkinson, advirtió de forma escalofriante que compartir y retuitear material online de los disturbios era un delito grave que conllevaría la detención. «Contamos con agentes de policía especializados que rastrean las redes sociales en busca de este material y proceden a las detenciones», declaró .
Casi al mismo tiempo, la policía de Northampton publicó en X que había «recibido informes de un delito de odio en relación con un post publicado en las redes sociales» y, en respuesta, había detenido a una mujer de 41 años «como sospechosa de incitar al odio racial».
Así pues, retuitear publicaciones en X ahora te lleva al calabozo. Sin embargo, un musulmán que blande un fusil de asalto AK-47 en las redes sociales, mientras amenaza con volarle la cabeza a la gente, es aparentemente aceptable. Igual de aceptables, evidentemente, son los radicales musulmanes que juran en las redes sociales que cualquier miembro de la «Liga de Defensa Inglesa» (un grupo antiislamista disuelto hace aproximadamente una década) que se presente en Walthamstow, al noreste de Londres, será asesinado y sus cuerpos «desaparecerán» en el bosque. De hecho, musulmanes e izquierdistas radicales se movilizaron en Walthamstow ante los rumores de una protesta contra la inmigración masiva -que no tuvo lugar- enarbolando banderas palestinas. La multitud vitoreó, mientras el concejal laborista local Ricky Jones pronunciaba un discurso en el que llamó al asesinato de los británicos que protestan contra la inmigración masiva.
«Son unos fascistas repugnantes y tenemos que cortarles el cuello y deshacernos de todos ellos», dijo. Después de que el vídeo circulara por Internet, la policía no tuvo más remedio que detener a Jones.
Peter Kyle, Secretario de Estado de Ciencia, Innovación y Tecnología, convocó a representantes de los gigantes de las redes sociales y les dijo que tomaran medidas drásticas contra los usuarios que se desviaran de la narrativa gubernamental.
«Espero que las plataformas se aseguren de que no se facilita a quienes buscan difundir el odio en línea y no tienen dónde esconderse», dijo Kyle. Elon Musk, propietario de X (antes Twitter), fue condenado por el Gobierno británico por afirmar que el Reino Unido se encaminaba hacia una guerra civil.
En pocos días, la unidad especial de Starmer había conseguido detener, juzgar y condenar a un alborotador británico a tres años de cárcel por golpear a un policía. Sin embargo, el asesino de las tres niñas de Southport, Axel Rudakubana, sólo será juzgado el año que viene, mientras que las víctimas de violación en el Reino Unido, incluidos niños pequeños, esperan una media de 358 días antes de que sus violadores sean juzgados.
La policía lanzó » redadas al amanecer» contra manifestantes tras haber «analizado miles de horas de grabaciones para identificar a las personas que habían tenido un comportamiento violento.»
Lo que no hizo la policía fue detener a las bandas de hombres musulmanes armados que salieron a la calle por ciudades británicas. En Birmingham, Bolton, y Middlesbrough, miembros de la Patrulla Musulmana golpearon a personas blancas, a las que acusaron de formar parte de las protestas contra la inmigración masiva. En Sheffield, musulmanes armados con machetes recorrieron las calles en busca de blancos de «extrema derecha» a los que atacar.
En Birmingham, la segunda ciudad más grande del Reino Unido, bandas de musulmanes armados con espadas salieron en busca de manifestantes blancos, sin un solo policía a la vista. Una reportera de Sky News fue obligada a poner fin a su emisión después de que un hombre enmascarado se acercara a ella gritando «Palestina libre», mientras otros hombres que la rodeaban hacían señales de disparos con las manos. Las bandas atacaron violentamente a un hombre inocente, golpeándolo hasta tirarlo al suelo frente a un pub de Birmingham que había visitado por casualidad. También cerraron carreteras y atacaron coches, tras comprobar que había blancos en su interior. No se vio a ningún policía.
¿Por qué no había policías presentes? Cuando se preguntó a la policía de West Midlands por qué no habían hecho nada contra «un montón de gente armada con varias armas» (bandas musulmanas) en Birmingham, la respuesta fue que se había permitido a las comunidades musulmanas «hacer su propia labor policial».
El superintendente de la policía de West Midlands, Emlyn Richards dijo:
«Tenemos relaciones comerciales y comunitarias muy sólidas [con las comunidades musulmanas]… tuvimos la oportunidad de reunirnos con líderes comunitarios [musulmanes], reunirnos con líderes empresariales [musulmanes]… para entender el estilo de vigilancia que necesitábamos implementar… Así que sabíamos que iba a haber una gran cantidad de personas en esa contraprotesta, sabíamos quiénes eran la gran mayoría de esas personas».
«Luego pasó a señalar que los contramanifestantes (las bandas musulmanas) tenían «las intenciones correctas» y que sólo «una pequeña minoría» de personas había tenido la intención de causar «ya sea criminalidad, desorden o miedo dentro de nuestras comunidades.»
Curiosamente, la policía británica no reconoció las «intenciones correctas» de quienes protestaban por los asesinatos de Southport y que sólo «una pequeña minoría» se había involucrado en la violencia y los disturbios contra la policía, los hoteles que acogían a inmigrantes ilegales y las mezquitas.
Richards concluyó:
«Lo que vimos fue una respuesta por parte de nuestras comunidades [musulmanas] en la que intentaban asegurarse de que eso también se vigilaba dentro de ellas e intentaban disuadir a la gente de participar en esos desórdenes».
Traducción: enormes partes del Reino Unido son zonas prohibidas donde la policía ya no tiene autoridad.
Contrariamente a lo que dijo la policía, los «ancianos» musulmanes aparecieron para incitar a los miembros de su comunidad en Birmingham, diciéndoles que «protegieran la casa de Alá» contra la «extrema derecha» y transmitiendo a Starmer que eran plenamente capaces de «defenderse».
«Cuando nos llamen, nos defenderemos. No nos avergonzamos de ello, inshallah, y diremos abiertamente el takbeer [«Allahu Akbar», «Alá es el más grande»] siempre que nos apetezca», dijo el anciano musulmán a una multitud que procedió a prorrumpir en gritos de «¡Allahu Akbar!». ¿Una amenaza?
No según el Chief Constable of the West Midlands, que publicó una declaración en vídeo dirigida a los musulmanes de la región, saludándoles deferentemente con «Salam Alaykum,» y asegurándoles el apoyo de la policía y dando las «enormes gracias» a sus «mayores» por su «cooperación.»
En Stoke-on-Trent, la policía amablemente pidió a una multitud de musulmanes armados reunidos fuera de una mezquita que por favor «tiraran» sus armas dentro de la mezquita. No hubo detenciones.
«No den a nadie ninguna razón para tener alguna interacción con la policía, así que si hay armas, desháganse de ellas, no vamos a arrestar a nadie», dijo el agente .
En Croydon, Londres, bandas de musulmanes se lanzaron al ataque aparentemente en busca de blancos a los que atacar, pero al no encontrar a ninguno, procedieron a destrozar todo lo que encontraron. La policía publicó un mensaje engañoso en X en el que afirmaba que los disturbios musulmanes de Croydon no tenían nada que ver con las protestas, sino que era un asunto aparte.
La lista continúa. Los medios de comunicación tradicionales apenas informaron de la violencia musulmana. La BBC afirmó -como hicieron la mayoría de los medios en EEUU durante el ardiente verano de disturbios de 2020- que, aunque un pub de Birmingham había sido atacado, las protestas musulmanas habían sido «mayoritariamente pacíficas».
En contraste con este bombardeo de una represión autoritaria, Starmer, cuando era líder de la oposición en el Parlamento, no mostró más que comprensión por las personas que participaron en los disturbios a gran escala que Black Lives Matter (BLM) desató en el Reino Unido tras la muerte de George Floyd en 2020. Violencia y destrucción a gran escala, decenas de policías heridos por manifestantes de BLM y daños materiales, incluidos daños al cenotafio de Whitehall y desfiguración y destrucción de estatuas históricas, aparentemente no molestaron a Starmer. En su lugar, en aquel momento, publicó una foto suya «arrodillándose» en apoyo de BLM junto con una declaración en la que pedía al gobierno británico que «garantice que nuestras exportaciones no se utilizan en la supresión de los derechos democráticos en Estados Unidos.»
Diez meses de protestas semanales en todo el Reino Unido en apoyo del grupo terrorista Hamás — y orquestadas por organizaciones afiliadas a Hamás, llamando a la «¡Yihad!» y a limpiar Israel de sus judíos «desde el río hasta el mar», mientras ondeando yihadista, Al Qaeda banderas, y celebrando a terroristas que asesinaron, violaron, mutilaron y quemaron vivas a personas inocentes- no han tenido ninguna consecuencia para los implicados, que continúan con sus manifestaciones, a pesar de que, en el Reino Unido, tanto Hamas y Al Qaeda son organizaciones terroristas proscritas y apoyarlas puede acarrear la cárcel sentence to imprisonment for up to 14 years.
Mientras tanto, sin embargo, la policía del Gran Manchester, a raíz de una denuncia, retiró carteles de israelíes secuestrados, acto por el que, tras una fuerte reacción en contra, más tarde tuvo que disculparse. En Londres, la Policía Metropolitana también retiró carteles de rehenes israelíes, para, según dijeron, «evitar un mayor aumento de la tensión en la comunidad» y por «la responsabilidad de tomar medidas razonables para evitar que los problemas se agraven.» Entonces, ¿los llamamientos a matar judíos, según la policía británica, no «intensifican los problemas» ni «aumentan la tensión en la comunidad»?
Starmer, siguiendo los pasos de su precursor conservador Rishi Sunak, evidentemente no ha sentido la necesidad de tomar medidas drásticas contra los yihadistas, contra los llamamientos a una intifada o contra gritos para «liberar Palestina desde el río hasta el mar», un cántico que se entiende ampliamente que pide la destrucción de Israel.»
La amenaza terrorista de las turbas yihadistas continúa hasta nuestros días, aunque el ex jefe de la policía antiterrorista, Neil Basu, opinó que las actuales protestas en el Reino Unido contra el asesinato de niñas y la inmigración ilegal eran las que habían «cruzado la línea del terrorismo.»
Muchos de los lugares en los que se han producido protestas y disturbios son pueblos y ciudades como Rotherham, donde sus habitantes temen con razón las consecuencias de la continua migración masiva. Esas ciudades fueron escenario de abusos sexuales a una escala increíble y de fallos deliberados igualmente increíbles por parte de las autoridades para hacer frente a esos abusos. Sólo en Telford, bandas de seducción musulmanas violaron, maltrataron y torturaron a más de 1.000 niños y adolescentes a partir de la década de 1980 y, en algunos casos, incluso asesinaron a algunos.
En Rotherham, Rochdale, Oxford, Peterborough, Keighley, Newcastle y Birmingham se produjeron, y siguen produciéndose, actos horribles similares cometidos por bandas de captación de menores. Hoy, muchos inmigrantes ilegales, casi todos hombres de fuera de la Unión Europea, se alojan en hoteles, cortesía de los contribuyentes británicos, que al parecer pagan 8 millones de libras al día por su alojamiento, en algunas de esas mismas ciudades, y al parecer siguen acechando y acosando a niños ingleses de la localidad.Según una antigua víctima infantil de las bandas de grooming, la policía británica sigue intentando tapar todo el destrozo.
Casi la única figura de autoridad que ha hablado con sentido común desde que comenzaron las protestas y los disturbios ha sido Donna Jones, comisaria de Policía y Crimen de Hampshire y la Isla de Wight, que ha instado a la calma y a que el país trabaje unido, pidiendo al Gobierno que escuche las legítimas quejas de quienes protestan:
«El anuncio de las nuevas Unidades de Delitos Violentos del Primer Ministro ha dado lugar a una acusación de actuación policial a dos niveles, que ha enardecido a los manifestantes que afirman estar luchando para proteger la soberanía e identidad británicas y detener la inmigración ilegal…. Aunque los devastadores ataques del lunes en Southport fueron un catalizador, lo común entre los grupos de protesta parece centrarse en tres áreas clave: el deseo de proteger la soberanía de Gran Bretaña; la necesidad de defender los valores británicos y, para ello, detener la inmigración ilegal….
«El gobierno debe reconocer qué está causando estos disturbios civiles para poder prevenirlos. Detener a la gente, o crear unidades de desórdenes violentos, es tratar el síntoma y no la causa. Las preguntas que esta gente quiere responder son: ¿cuál es la solución del gobierno a la inmigración masiva descontrolada? ¿Cómo va el nuevo gobierno laborista a defender y construir los valores británicos? Este es el mayor reto al que se enfrenta el gobierno de Sir Kier Starmer…
«Todos tenemos que trabajar juntos para detener este comportamiento criminal sin sentido cometido por un pequeño número de personas, al tiempo que comprendemos las opiniones de los asistentes a las concentraciones que tienen sentimientos fuertes pero no causan desórdenes».
Utilizando las protestas en curso en toda Gran Bretaña para reprimir -de forma unilateral- los derechos básicos, Starmer ha conseguido exacerbar el conflicto racial, inflamar las tensiones, crear división, penalizar la libertad de expresión y estornudar limpiamente ante preocupaciones legítimas.