noviembre 5, 2024
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No nacen bebés en Europa

El informe de Funcas recuerda que las relativamente altas tasas de fecundidad que registraron durante varios años los países nórdicos, Francia, Bélgica o los Países Bajos se han atribuido a políticas públicas o a ciertas características de sus mercados laborales.

Mínimo histórico de nacimientos por mujer en España el año pasado, 1,12, superando al 1,13 de 1998. Este dato apenas llama la atención porque desde hace cinco décadas, la natalidad en España está en caída libre, solo con alguna subida (como en el 2008) que se explica por los nacimientos de madres extranjeras. Pero lo que sí llama la atención es que esta situación afecta a buena parte de Europa, incluso a aquella a la que siempre miramos para seguir sus políticas familiares, los países nórdicos.

Por ejemplo, Suecia, que en la primera década de este siglo alcanzó casi los dos hijos por mujer, se situó en el 2023 en el mínimo histórico de 1,45. Finlandia mantuvo niveles cercanos a 1,9 hijos por mujer desde principios de los años noventa hasta el 2010, pero también se desplomó a su mínimo histórico de 1,26 en el 2023. Dinamarca sigue un patrón similar, aunque su cifra para el 2023 (1,5) es superior al mínimo de 1983 (1,3). “En resumen, estos países modelo ya no destacan como antes y empiezan a parecerse cada vez más a aquellos que históricamente no han sido considerados referentes”, señala una publicación de Funcas incluida en la última edición de las Notas de Coyuntura Social.

No son los únicos, también han alcanzado el mínimo histórico Austria (1,23 nacimientos por mujer en edad fértil), Bélgica (1,47), Luxemburgo (1,23), los Países Bajos (1,43), Irlanda (1,5) y Lituania (1,18).

Las cifras más altas en el 2023 se encuentran en Bulgaria (1,81) y Francia (1,68)… y también están bajando

Hace décadas que en ningún país de la UE la fecundidad es igual o superior al nivel de reemplazo (2,1 hijos por mujer). Las cifras más altas en el 2023 se encuentran en Bulgaria (1,81) y Francia (1,68).

Según este trabajo, el descenso de la fecundidad en España y en el resto de Europa forma parte de un proceso global que no afecta solo a los países desarrollados. La fecundidad cae en todo el mundo y lleva haciéndolo décadas. En pocos lustros, en la mayor parte de los países del mundo la fecundidad caerá por debajo del nivel de reemplazo. A escala global, según una investigación publicada en la revista The Lancet, el nivel de reemplazo quedaría atrás en el 2030, lo que provocaría una disminución de la población mundial.

Funcas pone en duda la relación entre altas prestaciones económicas y aumento de natalidad

El informe de Funcas recuerda que las relativamente altas tasas de fecundidad que registraron durante varios años los países nórdicos, Francia, Bélgica o los Países Bajos se han atribuido a políticas públicas o a ciertas características de sus mercados laborales.

 “Casi todos ellos han financiado generosamente sus políticas familiares, lo que ha implicado notables transferencias públicas de rentas monetarias a las familias con hijos. La única excepción es la de los Países Bajos, que representaría otra modalidad de la promoción de la natalidad: hacer que esta y la participación de las madres en el mercado de trabajo sean compatibles a través del amplísimo uso de la contratación a tiempo parcial”, indica.

Pero ahora, a tenor de los datos citados, Funcas pone en duda la relación entre altas prestaciones y aumento de natalidad. Por lo menos, una relación tan directa como se creía.

 “Las políticas de transferencias monetarias por hijos han podido (y pueden ser) relevantes, pero constituyen solo una de las variables en una ecuación mucho más amplia en la que quizás los incentivos económicos no sean suficientes. Ante los acusados descensos de la fecundidad en Europa, y especialmente en los países que antes se consideraban modélicos por sus políticas de familia, este debate es particularmente necesario en España. La sociedad debería abordarlo en toda su complejidad, cobrando conciencia de las variadas causas y consecuencias de la caída de la fecundidad y juzgando la conveniencia y oportunidad de alterar lo que hoy parece una inercia natural”, apunta este trabajo.

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