De cómo las circunstancias particulares han abierto el abanico en el cuidado de las personas
La crisis sanitaria vivida durante los últimos 15 meses ha causado millones de fallecidos en todo el mundo, un número que no cesa de incrementarse, pero, por fortuna, tampoco deja de incrementar el número de personas que han logrado superar la COVID-19 y tampoco la del número de personas que han recibido alguna o todas las dosis de la vacuna que mantiene a raya al letal virus.
Un virus que causó auténticos estragos entre el colectivo de adultos mayores, haciendo de ellos las personas más vulnerables y poniendo en tela de juicio la labor y gestión de la pandemia llevada a cabo en las residencias de ancianos existentes en nuestro país. Una labor esencial si se tiene en cuenta que la nuestra es una población envejecida y que los índices de natalidad conocidos hasta la fecha no parecen indicar que habrá un cambio de tendencia, sino más bien todo lo contrario.
Y es que, “en una sociedad que adolece de tiempo, no resulta nada sencillo hacerse cargo de las personas que, por uno u otro motivo, necesitan de compañía y cuidados casi constantes, como es el caso de los niños o los ancianos. Y son precisamente en estos campos en los que nosotros nos hemos especializado, con un claro objetivo, ayudar a las personas” comentan desde Edades Bilbao, dedicados al cuidado de personas mayores y niños, al acompañamiento en caso necesario, a la realización de tareas domésticas y también a la tramitación de ayuda.
Sin embargo, y como todos sabemos, no todas las personas necesitan de los mismos cuidados y atenciones, por lo que resulta esencial conocer todas las posibilidades que existen antes de decantarse por una u otra opción.
Y es que, mientras que los niños que no presentan patologías suelen requerir el cuidado durante las horas en que sus progenitores están ocupados, en el caso de los mayores la cosa suele resultar más complicada, pues lo habitual es que presenten patologías que requieran el cuidado, ayuda y vigilancia durante las horas en las que las otras personas de la unidad familiar llevan a cabo sus actividades cotidianas. No obstante, existen mayores que se niegan a abandonar sus propios hogares pese a necesitar ayuda permanente, haciendo de la interinad la solución perfecta y más adecuada.
“Asimismo, y tan habitual como los anteriores, es encontrarse a ancianos capaces de hacerse cargo de sí mismos y realizar las tareas domésticas, pero que, por uno u otro motivo, precisan de acompañamiento para realizar determinadas tareas o acudir a citas médicas u otro tipo de actividades, siendo en este caso nuestro servicio de acompañamiento el más adecuado”.
Y es que, en estos casos tener en cuenta las circunstancias particulares ayuda a desempeñar la labor de la forma más efectiva, y, por tanto, a cuidar de las personas como se merecen.