¿Están las capitales como Barcelona preparadas para el coche eléctrico?
¿Es fácil y cómodo tener un coche eléctrico en una capital como Madrid o Barcelona? Es probable que esta sea una de las preguntas más pronunciadas en los concesionarios cuando algún usuario se acerca para valorar la opción de pasarse de los combustibles fósiles a los vehículos eléctricos.
Depender de la opción de tener que realizar la carga en la ciudad no siempre es sencillo. ¿Pero es esta percepción real?
A finales de 2021, la Ciudad Condal contaba con casi 900 puntos de carga de vehículos eléctricos en la ciudad, una cifra que se comprometió a incrementar hasta por cinco en un futuro, algo que sí que respondería a la tendencia al alza en la compra de este tipo de vehículos.
«Las ciudades y también las localidades más pequeñas deben empezar a planificar la instalación de puntos de carga eléctrica para dar respuesta a una necesidad que va en aumento cada año. A la suma de restricciones de circulación por zonas centrales la respuesta ha sido la compra de vehículos eléctricos para quienes no tenían más remedio que seguir usándolos. Por ejemplo, la carga de coches eléctricos en Barcelona responde al casi 15% de crecimiento de vehículos eléctricos experimentados en el último año» explican desde Control Over.
Lo cierto es que, al margen de las opciones promovidas por la administración pública, son muchos los particulares que disponen de unifamiliares o bien las comunidades de propietarios que empiezan a hacer estudios de viabilidad para también ser capaces de comenzar la renovación de los garajes comunitarios de cara a la demanda que se generalizará en breve.
En realidad, se trata de dar un paso más hacia la movilidad sostenible buscando las auditorías energéticas y las soluciones del mercado gracias a expertos que pueden orientar a los propietarios en todo el camino para que los parkings se vuelvan, también eficientes.
Es el futuro, es la tendencia y todas las agendas europeas vuelan hacia esa conversión en el tráfico de las ciudades. Es hora de ponerse manos a la obra tanto como particulares como desde las distintas administraciones para responder a una demanda que, de no planificarse, podría dejar a cientos de conductores sin opción de usar sus vehículos en la calle pese a haber dado el salto a la energía limpia.