marzo 28, 2024
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La comunidad científica preocupada por las consecuencias de la tecnología 5G en la salud humana

5G es una tecnología emergente y pendiente de evolucionar durante los próximos años pero somos los ciudadanos los que serviremos de banco de pruebas para las compañías de telefonía móvil. Si alguna vez se descubriera que la radiación no ionizante puede causar reacciones biológicas negativas para la salud, se desataría definitivamente, el caos y una guerra abierta contra la industria de la telefonía móvil que tal vez no puedan ganar.

El despliegue de la tecnología 5G también ha reactivado el debate sobre la seguridad para la salud de las redes de telefonía. Y es que el despliegue de la tecnología 5G utilizando ondas de radio de muy alta frecuencia ha vuelto a reabrir el viejo debate sobre los riesgos de la radiación producido por los teléfonos móviles.

Muchos recordaréis los primeros años de la telefonía digital a finales de los años 90, cuando muchos andábamos con nuestros Nokia 3110. La capacidad de interferencia electromagnética de estos móviles sobre aparatos del entorno como televisiones y radios inquietaba a los usuarios, que hablaban entonces de la posibilidad de que los teléfonos móviles provocaran cáncer a medio plazo.

Habiendo madurado la telefonía móvil desde entonces, parece que el uso de teléfonos de 2ª, 3ª y 4ª generación, no ha llegado a confirmar la relación entre el riesgo de cáncer y la radiación de los móviles a través del uso generalizado de esta tecnología. Existen multitud de estudios, unos que revelan que la radiación de los móviles causan tumores y otros que no encuentran la relación entre el uso del móvil y el cáncer. Pero la experiencia de haber convivido con esta tecnología durante 20 años, parece poner de manifiesto que los campos RF de la telefonía móvil, no parecen haber afectado a la salud de las personas desde un punto de vista que pueda documentarse.

Con los datos en la mano, lo que si resulta preocupante, es que gobiernos y tecnológicas no tuvieron nunca manera de saber con certeza el impacto que pudiera tener en la salud pública, las nuevas redes móviles implantadas desde finales del siglo 20. Por tanto, podríamos concluir, que la población ha sido el conejillo de indias de las tecnologías de telefonía móvil, en el amplio sentido.

Prisas por implementar una tecnología no demandada por los usuarios

Tras 2 décadas cambiando a nuevas generaciones de telefonía móvil, el salto a 5G promete también velocidades mucho más altas y en esta ocasión, la posibilidad de dar cobertura a nuevas tecnologías como coches que se conducen solos o experiencias de realidad virtual. Empresas de telefonía móvil y tecnológicas de todo el mundo, están a la carrera por desplegar lo antes posible esta tecnología, sin pararse a evaluar las posibles consecuencias derivadas de emplear un nuevo espectro de muy alta frecuencia de radio.

Sin embargo, nadie pidió un despliegue de redes 5G de alta velocidad en 2019. Los 100 MB/segundo que alcanza mi teléfono en descarga con 4G+ parecen más que suficientes para la gran mayoría de ciudadanos. El IOT, la domótica, y el disfrute de ocio tal como streaming de vídeo o videojuegos en red ya eran posibles con redes 3G. Sin embargo, la falta de una tarifa plana móvil universal, si es un lastre que llevamos arrastrando ya demasiado tiempo, con el que las compañías se permiten especular y lanzarnos campañas grotescas como las de 50GB por San Valentín, lanzada este año por Vodafone.

Ahora nos encontramos con unas tremendas prisas por implementar una tecnología que nadie ha pedido pero que tampoco ningún medio de comunicación serio parece querer cuestionar.

La salud pública no es una prioridad en el despliegue del 5G

Mientras que varios países de Europa como Bélgica y Holanda han visto como sus gobiernos han paralizado pruebas de implantación 5G por las preocupaciones que despierta esta tecnología, Vodafone ha realizado un sprint para convertir a España en el segundo país de Europa, tras Suiza, en disponer de red 5G, utilizando redes del operador chino Huawei. Como lo oyen: ¡Ahora ya podemos presumir de ser uno de los pocos países en disponer de una red que ofrecer incógnitas tanto para la salud de los ciudadanos como para la seguridad de los datos de los usuarios! Si a esto, le sumamos el hecho de no acompañar estas redes de tarifa plana móvil de manera generalizada, podemos concluir que nos encontramos ante uno de los mayores pitorreos que se recuerdan de una compañía de telefonía móvil hasta la fecha.

La preocupación sobre el despliegue de redes 5G y la salud pública, viene motivado principalmente por 2 razones:

  1. 5G  requiere el despliegue de muchas más torres de telefonía ubicadas mucho más cerca de donde vive la población. Es una tecnología pensada para triunfar sobre todo en las ciudades.
  2. Esta tecnología opera en una frecuencia muchísimo más alta que las redes 3 y 4G, y se espera que se utilice la banda comprendida entre los 3,4 y los 3,8 GHz en España.

Cuanto más altas son las frecuencias empleadas en la comunicación, mayores son las posibilidades de que su energía sea nociva para la salud. Aunque la banda de los 3,4-3,8 GHz se consideraría como “radiación no ionizante“, son muchos los expertos que sospechan que la radiación emitida por dispositivos 5G, podría dañar las células del cuerpo de manera indirecta, mediante mecanismos como el estrés oxidativo, un desequilibrio que daña a todos los componentes de las células humanas.

5G, una tecnología sin madurar ni evaluar

La industria de la telefonía móvil asegura a través de multitud de comunicados, que la radiación producida por redes 5G, no supone problema alguno para la salud de los ciudadanos. Incluso llegan a decir que las redes 5G no han llegado a mostrar casos de problemas de salud pública. Esta afirmación resulta cómica si tenemos en cuenta que las primeras redes 5G se están poniendo en marcha ahora. Mientras tanto, investigadores de todo el mundo, están de acuerdo que como poco; no existen estudios fiables que nos puedan aportar información sobre los efectos 5G. Esta es probablemente la conclusión más honrada a la que podemos llegar desde Social Futuro.

Asegurar que las redes de telefonía 5G son completamente seguras, que no causan problemas para la salud pública e ir a la carrera en el despliegue de estas redes de telefonía, es de una inmoralidad y falta de ética comparable con los casos más deplorables de abuso de la industria ante la indefensión ciudadana.

5G es una tecnología emergente y pendiente de evolucionar durante los próximos años pero somos los ciudadanos los que serviremos de banco de pruebas para las compañías de telefonía móvil. Si alguna vez se descubriera que la radiación no ionizante puede causar reacciones biológicas negativas para la salud, se desataría definitivamente, el caos y una guerra abierta contra la industria de la telefonía móvil que tal vez no puedan ganar.

Fuentes

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