El boom del cristianismo en Irán
Por Daniel Pipes
Algo religiosamente sorprendente está teniendo lugar en Irán, donde un Gobierno islamista manda desde 1979: el cristianismo está floreciendo. Las implicaciones son potencialmente profundas.
Consideremos algunos testimonios. David Yeghnazar de Elam Ministries dijo en 2018 que «los iraníes se han vuelto el pueblo más abierto al Evangelio». En ese mismo año, la Christian Broadcast Network también encontró que «el cristianismo está creciendo más rápidamente en la República Islámica de Irán que en cualquier otro país». Shay Khatiri de la Universidad Johns Hopkins aseveró el año pasado que en Irán «el islam es la religión que más se encoge, mientras que el cristianismo es la que más rapido crece».
Esta tendencia es el resultado de la práctica extrema del islam que el régimen impuso. Un líder iraní cristiano explicó en 2019: ¿Qué tal si te dijera que el islam está muerto? ¿Y si te dijera que las mezquitas en Irán están vacías? ¿Y que nadie sigue al islam dentro de Irán?… ¿Y si te dijera que el mejor evangelista para Jesús fue el Ayatola Jomeini [el fundador de la República Islámica]? Un pastor evangélico iraní, anteriormente musulmán, ya mostraba la misma opinión en 2008: «Nos encontramos con algo que es más que la conversión hacia la fe cristiana. Es un éxodo masivo del islam».
Como fenómeno clandestino, los creyentes cristianos de trasfondos musulmanes [Muslim Background Believers o MBBs por las siglas en inglés] carecen de clero y de iglesias. Más bien, son discípulos que se inician por sí solos en pequeñas iglesias caseras de cuatro o cinco miembros cada uno, con cánticos silenciosos, o ninguno en absoluto. Su liderazgo, además de laico, está compuesto principalmente por mujeres, en claro contraste con los mulás que gobiernan Irán.
En otro contraste con el Gobierno, los creyentes cristianos clandestinos tienden a ser fervientemente pro-Israel. Como lo explica un documental, «arrodillándose ante el Mesías judío con afecto acalorado hacia el pueblo judío». Un converso dice, «nos enamoramos de los judíos». Los conversos incluso expresaron deseos de construir una «iglesia de la resistencia» en Irán para contrarrestar las amenazas del régimen hacia Israel.
Dada la naturaleza clandestina de las iglesias caseras en Irán, las estimaciones sobre el tamaño del movimiento son necesariamente vagas. Open Doors identificó 370.000 cristianos secretos en 2013 y 720.000 en 2020. Duane Alexander Miller estima unos 500.000, Hormoz Shariat por lo menos 1.000.000, y GAMAAN incluso más.
Los mulás generalmente han respondido con predecible represión, criminalizando a los misioneros cristianos y prohibiendo la predicación del Evangelio. El Departamento de Estado de Estados Unidos reportó en 2012 que los «oficiales gubernamentales frecuentemente confiscan biblias cristianas y presionan a las imprentas que imprimen biblias» para que cesen tales actividades. También, los cristianos «reportaron la presencia de cámaras de seguridad afuera de sus iglesias».
Las autoridades iraníes rutinariamente arrestan y encarcelan a los creyentes clandestinos, a veces por períodos extensivos. Por ejemplo, las Naciones Unidas reportaron en 2013 sobre «más de 300 cristianos» que fueron arrestados en los tres años anteriores, principalmente por ofensas vagas vinculadas con la seguridad. Una investigación concluyó que «los detenidos han sido sometidos a interrogatorios intensivos y a menudo abusivos».
El castigo puede ser severo. En 1990, por ejemplo, el reverendo Hossein Soodmand fue ejecutado por apostasía. En 2008 el Gobierno avanzó legislación para imponer la pena de muerte a cualquiera que haya nacido de padres musulmanes y que se convierta a otra fe. De hecho, «en la medida que más iraníes se convierten» —observa Khatiri— «la situación se pone peor».
«Estás creando problemas en el país», le dijeron a un converso iraní durante una interrogación policial en 2018. En esta misma dirección, en 2019 el ministro de Inteligencia de Irán, Mahmoud Alavi, se refirió al trabajo de su ministerio en relación con las conversiones; indicando que hay esfuerzos para «contrarrestar a los apologistas del cristianismo», cuestionando —por ejemplo— a la gente común; pidiéndoles a los vendedores de sándwiches que justifiquen sus motivos. El semanario más importante del país ve la lucha doméstica contra el cristianismo como una de las principales prioridades, y el antiguo presidente Mahmoud Ahmadineyad alguna vez supuestamente juró «detener al cristianismo en este país». El líder supremo, Alí Jamenei, culpa a los «sionistas y otros enemigos» por las iglesias caseras.
En efecto, Lela Gilbert y Arielle Del Turco argumentan que el régimen considera al cristianismo «una amenaza existencial» a la República Islámica. Y así debería, postula Reza Safa, la fundadora nacida en Irán de Nejat TV («misionando para los musulmanes viviendo en naciones de habla farsi»), que escribió un libro llamado «El ocaso venidero del Islam en Irán» (The Coming Fall of Islam in Iran). Safa piensa a los cristianos iraníes como «un ejército de Dios» que están acercando a Irán «al borde de otra revolución, esta vez orquestada» por un espíritu cristiano.
Incluso si este análisis es parcialmente correcto, las consecuencias son enormes. El colapso del régimen de Jomeini no solo alteraría fundamentalmente el balance de poder en Oriente Medio; también probablemente pondría fin a la oleada islamista que los revolucionarios iraníes introdujeron en 1978-79; poniendo fin al maligno ciclo histórico que comenzó en gran medida en Irán.
Daniel Pipes (DanielPipes.org, @DanielPipes) es el presidente del Middle East Forum. © 2021 por Daniel Pipes. Todos los derechos reservados.